«La comunicación es un arte sutil que florece con la frescura y se marchita con la repetición»

William Bernbach

La  comunicación es clave. Quizás ahora más gente toma consciencia de ello. En una sociedad en la que las personas viven en el miedo y encerradas en casa, la única forma que las marcas lleguen a sus clientes es comunicando. Diferenciándose en el mercado. Siempre ha sido así, solo que ahora se ha hecho más evidente.

Además, todo este cambio que vivimos nos demanda adaptación. Y sabemos que eso nos suele generar pereza. Aún más si vives en una situación de relativa comodidad.

Sin embargo, en estos días en que recuperamos el contacto social, estamos co-creando el lenguaje que definirá nuestra comunicación durante los próximos meses.

Y volvemos a salir a la calle

El primer cambio es que salimos a la calle con mascarilla. Más allá de la opinión sobre la efectividad de este elemento, si contribuye a dañar nuestro sistema immunológico, etc. Una cosa es clara: dificulta  la comunicación. Desde dificultades para oír el mensaje, hasta imposibilidad de entender el lenguaje gestual, dificultad de respirar y pronunciar adecuadamente las palabras, etc. Por tanto, la primera decisión que necesitaremos tomar es si nos quitamos la mascarilla o no. Si permitiremos que nuestra comunicación se enriquezca con nuestro lenguaje gestual o no.

Después, en el caso de encuentros presenciales, necesitamos tener en cuenta que las cosas han cambiado. Si antes era un apretón de manos, uno o dos besos, un abrazo… ahora, si vas a encontrarte con una persona, es positivo consultar: ¿cómo quieres que te salude? Incluso mejor, si se puede, tomarse la molestia de consultarlo con antelación. Así se evita la incomodidad que puede generar cuando hay personas que están dispuestas a compartir un abrazo, otras que solo el codo y otras que, por precaución o miedo, prefieren guardar la distancia de 2 metros. Si lo preguntas con antelación, esta pregunta muestra respeto y consideración a tu interlocutor/a. Ahorra situaciones incómodas. Y empieza a construir una relación basada en la confianza y el cuidado mutuo.

Si el encuentro es en videoconferencia, la pregunta a hacerse es: vídeo sí, vídeo no. En el supuesto que sean pocas personas, vídeo sí. La imagen permite conectar mejor con las otras personas, recibir feedback cuando hablas (sus caras, gestos, etc.) Es incluso una cuestión de respeto para las otras personas en la llamada. Apagar la cámara es como levantarse de la mesa e irse. En el supuesto de muchas personas, diría que depende. Hay tanta gente que no aportan información. Eres un cuadradito más en la videollamada. Incluso puede que estés en la segunda página de asistentes o posterior. O que quien habla esté proyectando algo y ni tan siquiera te vea.  Sin embargo, puede ser que la persona que está hablando, le incomode ver que de repente una cámara se apaga. Eso sí es una acción. Y toda acción conlleva una comunicación. Quizás tú solo apagaste para seguir escuchando mientras caminas por tu casa. Sin embargo esa acción puede ser interpretada por el conferenciante como «ya no le interesa», «se ha ido a leer un libro», «se ha puesto a hablar con su pareja/compañerx de piso, etc». En mi opinión, si optas por apagar la cámara en llamadas con mucha gente, apagarla de inicio o bien avisaría (siempre que sea posible).

Otro elemento que nos ha traído este cambio en el mercado son los webinarios. No eran algo nuevo. Lo que es novedad es que antes eran otro elemento más para conectar con el público. Ahora se multiplican como el propio virus. Hay webinarios de todo. De todos los temas. De muchas marcas distintas. Y a casi todas horas. Y se confunde cantidad con calidad. La mayoría de webinarios no aportan mucho…o nada. Solo es algo superficial, creado para generar visibilidad de marca.  Por tanto, si creas un webinario, por favor, aporta valor.

Puede ser que tu webinario esté destinado a un público que no conoce sobre la materia. Entonces es normal que no se profundice. Sin embargo, los webinarios solían ser de 30 minutos. Ahora ese tiempo se suele superar. Y se sabe si el contenido es de valor porque, en lugar de entrar a aportar valor enseguida, se hace una introducción de unos 10-20 minutos. De nuevo se confunde cantidad con calidad. Si tu webinario es genial en 20 minutos, ¿para qué alargarlo a 45 minutos?

Y finalmente otro cambio es el del uso de las redes sociales. Como hemos vivido encerrados se ha multiplicado el contenido generado. En Instagram, en podcasts, en Tik Tok, directos, etc. Y de nuevo se confunde que debemos estar en todas las redes, a todas horas, etc. Primero has de valorar en qué redes sociales está tu audiencia, qué contenido puede ser de su interés y encontrar un ritmo idóneo de publicación. Y por supuesto, intentar aportar valor. Para ello es clave conocer tu propósito (puedes descubrirlo en este post) No confundir seguidores, likes, etc con audiencia. Eso es tu público. Se trata de convertir ese público en consumidores. Incluso puede ser que alguien no te siga y, sin embargo, un post consiga generar la acción que te contacte para consultar sobre tus servicios.

Si quieres que te ayude a crear tu estrategia de comunicación para estos tiempos de mascarilla, a generar contenido, copys y contenido de valor para tu audiencia, contacta conmigo. ¡Vamos a hacer realidad tus ideas! Ya sea con mascarilla, sin mascarilla, a la distancia de un abrazo o de una videoconferencia.